In memoriam († 24/01/2012)
"El cine de Angelopoulos supone un acercamiento reflexivo a la vida y a nuestra historia, y a la vez una mirada poética que trata de regenerar la condición humana, de penetrar en la intimidad de la persona y sacar a flote su espiritualidad.
El espectador puede sentir dolor, amor, desorientación y fracaso sin que tercien palabras de unos protagonistas que asisten al triste espectáculo del mundo, sin explicaciones de un narrador que engarce los hechos relatados con un hilo conductor. Son fogonazos de luces y sombras que dejan entrever las heridas de una civilización que clama por renacer de sus cenizas y por aprender a mirar más allá del instante presente."
"Cuando se le pregunta por la opinión que le merece la disolución de la familia nuclear a la que asistimos en el presente, la respuesta de Angelopoulos es la siguiente: 'Es uno de los grandes problemas de nuestra época. No es nada nuevo, ya hace tiempo que viene sucediendo. Creo que es una de las razones por la que los niños, los jóvenes, se sienten sin un sistema de referencias. Concibo las relaciones familiares como si fuesen algo así como el tronco de un árbol al que se pertenece y que ofrece un soporte para una cierta estabilidad. Sin un sistema de referencias, el mundo deviene algo vago, difuso. Es lo que les ofrece la religión a los creyentes. Pero en mi caso, que no soy en absoluto religioso, el asunto es distinto, carezco de ese tipo de referencias'.
Angelopoulos ha declarado muchas veces que, ya desde finales del pasado milenio, se halla confuso y desorientado, que ya no puede decir que es 'un hombre de izquierdas' porque desconoce lo que es actualmente la izquierda, que en la década de los setenta sufrió un desencanto de las ideologías después de haber luchado con fe y entusiasmo por el proyecto marxista de una sociedad liberada y de ver, con su llegada al poder en Grecia (y en el mundo, con la caída del Muro), que se desvanecía toda esperanza de cambio.
En ese momento entendió que la única mirada válida era la del niño y la dirigida hacia el individuo concreto, justo en el momento en que nacían sus tres hijas en la década de los ochenta. Es el giro del protagonismo colectivo hacia el individual, de la ideología a la persona, que explican esa orientación de su mirada hacia el padre y la familia. No siendo Angelopoulos un sentimental ni un moralista, su diagnóstico de la sociedad resulta especialmente ilustrativo ante tanto nuevo director desorientado o arrojado a las modas y tópicos que ponen la libertad como un absoluto. Son palabras honestas y sinceras de un cineasta de probado compromiso con el hombre y la sociedad, de alguien con una visión del cine como manera de entender la vida y no sólo como trabajo. Son palabras que brotan de la propia experiencia, después de haber superado las falsas utopías y haber devuelto su confianza a la persona."
El espectador puede sentir dolor, amor, desorientación y fracaso sin que tercien palabras de unos protagonistas que asisten al triste espectáculo del mundo, sin explicaciones de un narrador que engarce los hechos relatados con un hilo conductor. Son fogonazos de luces y sombras que dejan entrever las heridas de una civilización que clama por renacer de sus cenizas y por aprender a mirar más allá del instante presente."
"Cuando se le pregunta por la opinión que le merece la disolución de la familia nuclear a la que asistimos en el presente, la respuesta de Angelopoulos es la siguiente: 'Es uno de los grandes problemas de nuestra época. No es nada nuevo, ya hace tiempo que viene sucediendo. Creo que es una de las razones por la que los niños, los jóvenes, se sienten sin un sistema de referencias. Concibo las relaciones familiares como si fuesen algo así como el tronco de un árbol al que se pertenece y que ofrece un soporte para una cierta estabilidad. Sin un sistema de referencias, el mundo deviene algo vago, difuso. Es lo que les ofrece la religión a los creyentes. Pero en mi caso, que no soy en absoluto religioso, el asunto es distinto, carezco de ese tipo de referencias'.
Angelopoulos ha declarado muchas veces que, ya desde finales del pasado milenio, se halla confuso y desorientado, que ya no puede decir que es 'un hombre de izquierdas' porque desconoce lo que es actualmente la izquierda, que en la década de los setenta sufrió un desencanto de las ideologías después de haber luchado con fe y entusiasmo por el proyecto marxista de una sociedad liberada y de ver, con su llegada al poder en Grecia (y en el mundo, con la caída del Muro), que se desvanecía toda esperanza de cambio.
En ese momento entendió que la única mirada válida era la del niño y la dirigida hacia el individuo concreto, justo en el momento en que nacían sus tres hijas en la década de los ochenta. Es el giro del protagonismo colectivo hacia el individual, de la ideología a la persona, que explican esa orientación de su mirada hacia el padre y la familia. No siendo Angelopoulos un sentimental ni un moralista, su diagnóstico de la sociedad resulta especialmente ilustrativo ante tanto nuevo director desorientado o arrojado a las modas y tópicos que ponen la libertad como un absoluto. Son palabras honestas y sinceras de un cineasta de probado compromiso con el hombre y la sociedad, de alguien con una visión del cine como manera de entender la vida y no sólo como trabajo. Son palabras que brotan de la propia experiencia, después de haber superado las falsas utopías y haber devuelto su confianza a la persona."
Julio R. Chico
- Julio R. Chico, sobre Theo Angelopoulos (1935-2012) en “La mirada de Ulises”: El viaje de Angelopoulos y la vida como tragedia, y Theo Angelopoulos: el padre, la familia y la ideología.
- Fotogramas de La mirada de Ulises (1995), Paisaje en la niebla (1988) y La eternidad y un día (1998).