"El bautismo de Jesús se entiende como compendio de toda la historia, en el que se retoma el pasado y se anticipa el futuro: el ingreso en los pecados de los demás es el descenso al «infierno», no sólo como espectador, como ocurre en Dante, sino con-padeciendo y, con un sufrimiento transformador, convirtiendo los infiernos, abriendo y derribando las puertas del abismo. Es el descenso a la casa del mal, la lucha con el poderoso que tiene prisionero al hombre (y ¡cómo es cierto que todos somos prisioneros de los poderes sin nombre que nos manipulan!). Este poderoso, invencible con las meras fuerzas de la historia universal, es vencido y subyugado por el más poderoso que, siendo de la misma naturaleza de Dios, puede asumir toda la culpa del mundo sufriéndola hasta el fondo, sin dejar nada al descender en la identidad de quienes han caído. Esta lucha es la «vuelta» del ser, que produce una nueva calidad del ser, prepara un nuevo cielo y una nueva tierra. El sacramento —el Bautismo— aparece así como una participación en la lucha transformadora del mundo emprendida por Jesús en el cambio de vida que se ha producido en su descenso y ascenso."
Benedicto XVI - Joseph Ratzinger
- Joseph Ratzinger / Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, I: Desde el Bautismo hasta la Transfiguración, La Esfera de los Libros, Madrid 2007, p. 42.
- Giotto di Bondone (1266-1337), Battesimo di Gesù (ca 1304-1306), Cappella degli Scrovegni (Arena), Padua