Yo y Pangur Bán, mi gato
Yo y Pangur Bán, mi gato
estamos juntos en nuestra tarea
él se deleita cazando ratones
y yo paso la noche cazando palabras.
Mucho mejor que las alabanzas de los hombres
es el sentarse con un libro y una pluma.
Pangur no tiene nada en mi contra
y él también se aplica a su sencilla habilidad.
Alegra ver lo contentos
que estamos con nuestras tareas
y cómo sentados en casa
encontramos ocupación para nuestra mente.
A veces un ratón se cruza
en el camino del héroe Pangur;
a veces mí agudo pensamiento
pesca un sentido en su red.
Fija en la pared su mirada
penetrante y fiera, aguda y astuta;
Yo, contra la pared del conocimiento
pruebo mi corta sabiduría.
Cuando un ratón sale disparado de su escondrijo
¡qué contento se pone Pangur!
¡Y qué satisfacción experimento yo
cuando resuelvo las dudas que me apasionan!
Así nos aplicamos pacíficamente
a nuestras tareas Pangur Bán, mi gato, y yo;
En nuestras artes encontramos nuestra dicha,
yo tengo la mía y él la suya.
La práctica diaria
ha hecho a Pangur perfecto en su oficio;
Yo adquiero sabiduría día y noche
al convertir las tinieblas en luz.
Yo y el blanco Pangur
Yo y el blanco Pangur,
cada uno con su arte;
Su mente se ocupa de la caza;
mi mente en mi interés.
Amo, más que la fama, la tranquilidad
junto a mi libro, en diligente estudio
Sin envidiar al blanco Pangur,
que se deleita en su arte infantil.
Cuando estamos los dos
(un cuento sin tedio) solos en casa
tenemos a qué aplicar nuestra habilidad,
un juego interminable.
A veces captura un ratón en sus redes,
tras guerreros actos de valor
En cuanto a mí, a veces cae en mis redes
alguna palabra difícil de obscuro significado.
Dirige su brillante ojo
perfecto hacia el muro
Aunque mi ojo, que fue claro, ya está debil,
lo dirijo a la agudeza el conocimiento.
Se alegra cuando, en rápido movimiento,
un ratón cae en su garra afilada
También yo me alegro cuando entiendo
un problema largo y difícil.
Aunque estamos siempre así,
ninguno molesta al otro;
a cada uno de nosotros le gusta su oficio,
y se regocija a solas en él.
Él es dueño por sí mismo
del trabajo que hace cada día;
Yo realizo mi propia tarea,
dirigida a comprender claramente lo difícil.
[Texto original] | [Otras traducciones al castellano] | [Traducción inglesa] |
- En una conferencia de Francisco Rafael de Pascual, OCSO.
- Traducción anónima en Internet, aparentemente literal del irlandés.
- Otras traducciones al castellano: Marià Manent, Antonio Rivero Taravillo, Jorge Aulicino, Anam Cara y en una página de Miguel Guinea.
-
The Book of Kells (ca 800), Ms. 58 (A.16), fol. 34r ("Chi-Rho page") [detalle].
"Just to the right of the long stroke of the chi is a pair of crouching cats defending the Christian wafer (the host, or body, of Christ) from evil mices." (Marilyn Stokstad, Art History: A View of the West, 1, Prentice Hall, 3 ed., Upper Saddle River 2007, p. 488). "This image may be not only a reference to the struggle between good and evil but also to the monks’ task to keep the sacred Eucharistic host safe from rodents" (The College Board, AP® Art History, 2009 Scoring Guidelines, Question 2). "From the beginning of community life ... the Blessed Sacrament became an integral part of the church structure of a monastery. A bewildering variety of names was used to identify the place of reservation. Pastoforium, diakonikon, secretarium, prothesis are the most common. As far as we can tell, the Eucharist was originally kept in a special room, just off the sanctuary but separated from the church where Mass was offered. ... The practice of reserving the Eucharist in religious houses was so universal that there is no evidence to the contrary even before the year 1000. In fact, numerous regulations are extant which provided for protection of the sacred elements, as the wording went, 'from profanation by mice and impious men.' The species were to be kept under lock and key and sometimes in a receptacle raised high enough to be out of easy reach of profaning hands" (John A. Hardon, The History of Eucharistic Adoration Development of Doctrine in the Catholic Church, CMJ Marian Publishers, Oak Lawn IL 1997, p. 3). "Written in the late tenth century, [the Canon of Ælfric] reproves priests who kept the Host until it putrefied or was eaten by mice" (J.F.D. Shrewsbury, A History of Bubonic Plague in the British Isles, Cambridge University Press, Cambridge 1970, pp. 11-12) [ver también aquí]
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